martes, 17 de febrero de 2009

Sin título

Lili se miró en el espejo. Pensó en todo lo que estaba ocurriendo y sintió un peso enorme en el estómago. Cada vez que tragaba notaba el sabor de sus besos en su garganta, se despertaba en mitad de la noche creyéndolo acostado a su lado y tardaba unos minutos en darse cuenta de que no era él quien se hallaba a su lado, evocaba a cada segundo la noche en la que se conocieron en aquella discoteca… estaba empezando a pensar que se había obsesionado demasiado con él. Se conocieron en una calurosa noche de verano y desde entonces había dado comienzo su pequeña aventura, después de esa noche vinieron muchas tardes en las que quedaban para ir a la piscina a tomar sol, refrescarse y comerse el uno al otro. Su cuerpo se estremecía al fuerte tacto de sus manos, a la pasión ardiente de sus besos, al roce de su tersa piel contra la suya. Sabía que todo aquello estaba mal pero no era la primera vez que tenía una aventurilla, aunque sí la primera vez que la sentía de ese modo. Él era un ser de facciones perfectas: su torso bien modelado, sus brazos fuertes y viriles, sus piernas eran las de un atleta y su culo era tremendamente prieto; su cara era hermosa y masculina, sus ojos verdes y grandes, su nariz era de una rectitud perfecta y sus labios carnosos eran los más deseables que había visto jamás. Su lengua se desenvolvía en su boca con una soltura desmesurada y la suya respondía con igualdad. Parecía el hombre creado específicamente para ella. La primera noche que se vieron sintió que había alguna conexión especial entre ellos, algo que no era capaz de explicar con palabras. Cruzaron sus miradas unas cuantas veces, Lili se insinuó un poco y al ver que respondía con una actitud abierta se lanzó a la barra decidida a ganarse ese trofeo aquella noche. Hablaron un poco y en un par de horas estaban en su coche teniendo una loca sesión de sexo como jamás antes había tenido ni en sus mejores sueños. Cambiaron los teléfonos y al lunes siguiente estaban en la piscina pública del pueblo de Dani tomando un baño juntos, rozándose disimuladamente bajo la atenta mirada de unos cuantos curiosos. A los dos les gustaban los juegecitos, y si eran peligrosos mejor. Tarde tras tarde pasó el verano repitiéndose las mismas escenas: jugueteo en la piscina, masajitos con crema solar y sexo desenfrenado en algún rincón lo demasiado arriesgado como para que existiera la posibilidad de que alguien los descubriera. Así llegó el invierno y se vieron algo impedidos en relación a sus escarceos sexuales y ahí llegó todo el problema de Lili y su obsesión. No sabía que era lo que realmente le estaba ocurriendo. En el trabajo no podía concentrarse en nada que fuesen él y sus caricias, en casa con su pareja ya no había lo mismo que había antes de aparecer él. Se estaba volviendo realmente loca. Tenía una cosa clarísima: no era amor. Lili no estaba enamorada de Dani pero no existía la forma de poder sacarlo de su cabeza.

Volvió a mirar la imagen que le devolvía el espejo. Estaba desnuda y mojada, recién salida de la ducha. Su cuerpo esbelto tenía el aspecto de la porcelana bajo la luz del cuarto de baño. Su pelo, negro como el azabache, tenía matices azules y sus ojos color miel estaban enrojecidos por el jabón. Se sintió enormemente excitada y posó sus manos en sus turgentes pechos. Se los acarició con suavidad y firmeza a la vez, pellizcando sus pezones de vez en cuando. Deslizó una de sus manos por su vientre y llegó a su destino. Se asombró de lo húmeda que estaba por ahí abajo y empezó a acariciarse con mayor intensidad, gimió cuando le vino el primer orgasmo. Deseaba que Dani estuviese ahí con ella. En vez de eso apareció Jake, su pareja desde hacía seis años y con el que vivía desde hacía dos. La abrazó desde atrás y le agarró el pecho que le quedaba libre. Empezó a besarla y morderla en el cuello. Lili se giró sobre sí misma y lo besó con pasión, deseaba que la tomara allí mismo. Le abrió los pantalones y bajó sus boxers azules. Se subió al lavabo y se abrió de piernas, tomó el pene de Jake y se lo introdujo dentro. Él empezó a moverse con rapidez y decisión, Lili lo tenía loco.

No hay comentarios: